Una CaminataConsciente al amor, a la dedicación y a la perseverancia.
El camino nos lleva al Terrario, un espacio administrado por la familia Gutiérrez que durante 20 años, con mucho amor y dedicación han logrado mantener en funcionamiento un espacio dedicado a estos animalitos.
Es un espacio circular con vitrinas donde se exponen más de 140 animales, en su mayoría reptiles de todos los tamaños y colores.
Hay un espacio en homenaje al esposo Saul Gutiérrez (fallecido) donde pueden observar arañas, sapos y otros animales pequeños.
Existe un jardin interno al centro del edificio con una espectacular vegetación y un lago que nos acompaña en todo el recorrido, al igual que las diferentes especies de tortugas que nos acompañaron en todo el recorrido.
El amor se sentía en el aire, el caimán se enamoró de uno de nosotros, le tenía muchas ganas ☺
De repente ya habíamos llegado al inicio del Circulo, un largo recorrido de emociones que se nos hizo muy corto.
Las chicas se emocionaron con la última vitrina, era la vitrina de las cuaimas y todas quisieron tomarse fotos ahí.
Tanto amor y dedicación tiene sus frutos, pudimos observar el primer Caimán del Orinoco nacido en cautiverio en todo el mundo.
La palabra clave es la perseverancia para mantener ese espacio con pocos recursos. Un espacio para la ciencia, la educación y el conocimiento, abierto al público en general, estudiantes y cientistas.
Nos tomamos una foto grupal y nos dirigimos al lago principal, ahí ya estaban las guacamayas y la garza real esperándonos en un atardecer de luna llena.
El cielo se mostró muy generoso, azul oscuro hacia el Ávila, rosado hacia el noreste, y rojizo anaranjado hacía el sureste.
Momento de contemplación y de agradecimiento.
Otra caminata consciente única y mágica.
Muchas gracias por tanto amor y dedicación, pero sobretodo a la perseverancia de todos los que hacen posible las caminatas conscientes
IVO
En enero ya va a hacer un año que iniciamos esta actividad, cumplida ininterrumpidamente, cada martes y jueves.
Aunque suene exagerado, cada caminata es única, irrepetible pero siempre deja esas ganas de volver a la próxima.
Otra cosa, se superan, cuando ya crees que se agotó la capacidad de asombro, ocurre la magia y volvemos a sorprendernos, y así cada día.
Hoy no fue la excepción, al contrario, se confirmaron todas estas premisas: visitamos el Terrarium, vivo ejemplo de la Venezuela posible, donde se hacen las cosas muy bien, se trabaja con mística y se atiende mejor al visitante, para que disfrute y aprenda con la experiencia y sienta ganas de repetirla e invitar a otros para que la vivan.
Y eso pasó hoy, vivimos la experiencia del terrarium guiados por Mónica y Juan y cada nicho nos sorprendía por lo bien cuidados que están todos y cada uno de los animales que se exhiben, bien alimentados, con ambientes acondicionados para su bienestar y con información llamativa sobre sus características, habitat y en algunos casos datos curiosos.
Al final del recorrido conocimos a Juvenal, responsable de mantener los animales tal como los describo. Un aplauso para Juvenal, Juan, Mónica por este excelente espacio para la educación ambiental.
Pero la magia no terminó allí.
Al salir el cielo caraqueño nos regaló un hermosísimo atardecer que mis palabras no le hacen honor, se podía observar tonos de amarillo encendido, un hermoso rosa hacia el este, sobre un azul, que solo se ve en Caracas cuando va llegando diciembre y para no quedarse atrás luego salió la luna envuelta en velos que imprimieron un toque de misterio y ensoñación a la noche que caía. Todo enmarcado por el Avila, sultán enamorado de su odalisca
Todos estábamos extasiados y agradecidos, a Dios, a cada uno de los compañeros del camino y al equipo de Restaurante Las Corocoras Mayu Pisani y Maickerson Alejandro Campos Garcia.
Vengan, les invito, querrán volver
Antonio Alfonzo
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