#Goma rebalsera #Caucho fino (Hevea #Caramacate negro F Euphoriaceae
Hevea brasiliensis, llamado comúnmente árbol del caucho,
jacio del Orinoco1, shiringa o seringueira (del portugués), es un árbol de la
familia de las euforbiáceas de 20 a 30 m de altura (excepcionalmente 45 m). El
tronco es recto y cilíndrico de 30 a 60 cm de diámetro, de madera blanca y
liviana. Sus hojas son compuestas trifoliadas, alternas, de 16 cm de longitud,
por 6 a 7 cm de ancho; deja caer parcialmente las hojas durante la estación
seca, antes de lo cual las hojas de la copa del árbol se tornan de color
rojizo. Las flores son pequeñas y reunidas en amplias panículas. Frutos:
produce desde los 4 años, cada uno de los cuales es una gran cápsula de 4 cm de
diámetro que se abre en valvas, con semillas ricas en aceite.
Su látex es blanco o amarillento y abundante hasta los 25
años de edad del árbol. De él se fabrica el caucho, después de
"sangrar" el tronco mediante incisiones angulares en V. Este látex
contiene 30 a 36% de hidrocarburo del caucho, 0,5% de cenizas, 1,5% de
proteínas, 2% de resina y 0,5% de quebrachitol. El caucho también puede
obtenerse del látex de otros árboles del género Hevea (v.g. H. guianensis Aubl.
1775 y H. pauciflora Müll.Arg. 1865). Este árbol es originario de la cuenca
hidrográfica del río Amazonas, donde existía en abundancia y con exclusividad,
características que generaron el auge o fiebre del caucho, periodo de la
historia sudamericana de mucha riqueza y pujanza para empresarios que se
asentaron en la región amazónica y a la vez de desastre para la población
indígena que sufrió exterminios y esclavitud, hasta que los ingleses se
apoderaron del lucrativo negocio, al sacar el botánico Henry A. Wickham
ilegalmente de Brasil semillas de este árbol, en 1876, para establecer
plantaciones en Malasia, Birmania, Ceilán y África subsahariana. Hacia 1914 la
cantidad de caucho obtenido de plantaciones ya superaba la extraída de árboles
silvestresEl trabajador que extrae el látex de caucho es llamado en Brasil
seringueiro.
La posesión de las áreas naturalmente ricas en Hevea
existentes en la entonces zona del Acre provocó a inicios de siglo XX la Guerra
del Acre entre Bolivia, Brasil e incluso Perú.
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